Éste es mi punto de vista sobre lo que creo que va a ser el más árduo debate del Primer Congreso de UPyD, con el planteamiento de partida de Carlos Martínez Gorriarán expuesto en sus cinco posts:
- Las ventajas del Federalismo I
- Las ventajas del Federalismo II
- Las ventajas del Federalismo III
- Las ventajas del Federalismo IV
- Las ventajas del Federalismo V
Por lo leído al pie de éste y los previos artículos de Carlos creo acertar si digo que todos estamos de acuerdo en las causas de nuestra actual crisis de estado: indefinición territorial y política de la Constitución que ha sido aprovechada por los separatistas -con ayuda del régimen electoral franquista y la estupidez de algunos presidentes- para generar un modelo de país insostenible: desigual, insolidario y educado de espaldas a la realidad.
La causa subyacente, a mi humilde modo de entender, reside en la inercia intelectual que provocó el franquismo, o mejor dicho, la huida del franquismo. Tanto ansiaba este país en eliminar esa tara que dimos por buenas premisas que no eran si no franquismo con piel de cordero: separatismo vasco y catalán. Esa inercia ideológica fue la que hizo, por ejemplo, que eta gozara de la simpatía de la sociedad y el periodismo en general hasta bien entrados los ochenta, o la que provocó algunas sentencias del Constitucional que hoy padecemos.
¿Y la solución? La solución es una incógnita. Todos los afiliados de UPyD, estamos de acuerdo en lo básico: hay que rescatar educación, sanidad, y justicia del pozo sin fondo que es el autonomismo desbocado que rige hoy en día. Hay que eliminar la falaz e infame bilateralidad gobierno-autonomías y eliminar la discriminación -constitucional y de facto entre CC.AA.- Muchos estamos de acuerdo en que para que eso sea posible es preciso enmendar nuestra constitución.
Pero creo que en este discurso obviamos algunas circunstancias que deberíamos tener en cuenta:
- Las ponencias del I Congreso, y en concreto la política, no se hacen para esculpirlas en un obelisco. Son documentos para el planteamiento de nuestro futuro operativo. Para plasmar nuestro punto de partida ya tenemos el manifiesto. Cualquier enmienda que se proponga debe redactarse con este precepto siempre en mente: lo que escribamos condicionará nuestro comportamiento y debe ser lo suficientemente flexible como para poder sortear las circunstancias.
- Nuestra propuesta no se verá plasmada, en el corto-medio plazo, en el ordenamiento jurídico-constitucional sin una negociación multipartita con el acuerdo necesario de los dos (todavía) grandes partidos. Es por este motivo que, para el éxito de nuestros objetivos, sería conveniente que nuestra propuesta no esté mal vista -no provoque rechazo a priori- por una mayoría del resto de fuerzas políticas (y, se supone, que también de sus electores).
Si aceptamos que el diseño del estado descrito por CMG está en lo esencial hecho para combatir los problemas que todos vemos de forma evidente, esta discusión se convierte en un mero problema semántico (que no por ello carece de importancia).
¿Qué importancia tiene llamarla federal o autonómico? Pues según unos, el hecho de romper (léxicamente) con la definición constituciónal del 78 abre la puerta a otras rupturas, estas ya políticas, que son precisamente lo contrario de lo que deseamos. Mientras que por otro lado, algunos (entre los que me incluyo yo mismo) vemos que las cosas han ido ya demasiado lejos y que el estado federal está ya implantado "de facto" pero no de "iure" y no hay peor situación posible en este punto. Llamar federal a nuestro estado, según este punto de vista, es llamar a las cosas por su nombre.
Pero insisto en remitirme a los dos puntos anteriores por que son los que me hacen inclinar el fiel de la balanza a favor del planteamiento de Carlos. Intentaré ser breve reduciendo los planteamientos posibles de actuación a tres:
- Involucionista (sin tintes peyorativos): hay que retroceder en el planteamiento constitucional hasta el punto en que se den las circunstancias de igualdad de derechos de todos los ciudadanos. Si es preciso reformando la constitución y derogando leyes ya vigentes.
- Inmovilista: hay que hacer valer los preceptos constitucionales de igualdad sin mayores rupturas o enmiendas constitucionales: hay que clarificar las ambiguedades de la manera que sea posible e introducir una reforma "moral" o de intenciones en el panorama político nacional para que no vuelvan a reproducirse situaciones de desigualdad.
- Evolucionista: hay que lograr encauzar la actual realidad polítlica hacia un estado federal reconocido legalmente, pero dotado de la suficiente fuerza y capacidad legal como para actuar por encima (no al mismo nivel) que sus federaciones.
Y es en esta tercera postura en donde yo ubico este asunto. El planteamiento federalista -en los términos de la ponencia política- es un planteamiento evolutivo, positivo, de progreso o movimiento hacia un objetivo mejor. Ninguno de los grandes partidos españoles pondría objeciones a reformas jurídicas o constitucionales en este sentido, en la medida que este planteamiento aparentemente no les hace susceptibles de ser víctimas de otro "cordón sanitario" en un futuro.
De esta manera ¿no estaremos vendiendo el trigal para comprar harina? En absoluto -pienso yo- si hacemos las cosas bien. Puesto que nuestro federalismo es una definición de estado con potenciómetro: se puede regular desde un máximo (lo que tenemos ahora) y hacia un mímimo (el que se desee). El secreto reside en el origen de la autoridad que acometa las reformas (y entiéndase la ironía en lo que voy a decir): no es lo mismo que un estado central gobernado por quien sabe qué nefandos nacionalistas españoles que roban y niegan derechos primordiales a los pobrecitos territorios independentistas, que otro estado formado por pares, por iguales, en la que una mayoría de estos pares exige a unas pocas regiones que se homologuen los derechos y obligaciones de todos por igual.
El secreto, está también en la mano del artista que pinte la nueva constitución de manera que permita esta evolución hacia lo que debería haber sido la España nacida del 78. Y creo que nosotros tenemos a la mejor.
No estamos inventando nada nuevo. La astucia de Pujol y Arzalluz, manipulando sensibilidades y miedos por igual, hizo posible la indefinición constitucional que hoy en día les ha llevado a su actual hegemonía. Desde la ley electoral, pasando por los regímenes económicos que el primero consintió al segundo pensando que ya llegaría la hora de reclamar iguales condiciones, y todo ello unido a las amenazas de revuelta social de ambos hicieron que los Constituyentes firmaran artículos que (todo el mundo lo sabe) para unos eran de máximos mientras que para otros eran los planteamientos de partida, pero estos segundos dejaron la puerta abierta a su favor.