En la reunión del consejo político celebrado ayer día 17 de julio, hemos tenido conocimiento por boca de nuestra presidenta Rosa Díez, de la existencia de una entrevista a Iñigo Urkullu en la que directamente nos declara padres intelectuales y responsables de la sentencia del Tribunal Constitucional y responsables de que no haya sido aún desmantelado por completo el orden Constitucional español. En dicha entrevista Urkullu menciona nuestro nombre como “partido surgido de un cierto humus intelectual español”. Al escoger dicha palabra, sin quererlo, Urkullu nos ha dado un calificativo genial, el más honroso. Sin quererlo puede que haya acuñado un nuevo concepto político.
Ignoro si el empleo de esa palabra en la entrevista ha sido una elipsis de otras, más insultantes o procaces como estiércol, materia en descomposición, o –directamente- mierda; ignoro si el sustantivo ha sido empleado consciente o inconscientemente como una manera de denigrarnos y ofendernos.
Pero permitidme ahora que -brevemente- eche mano de los conocimientos de
edafología, adquiridos en mi carrera. Resulta que, para que un suelo sea fértil, es precisa la existencia de un porcentaje minoritario de
humus en su composición, no inferior al 1% siendo lo adecuado en suelos fértiles valores entorno al 2-5%. (de entrada ya me parece altamente significativo lo parecidas que son estas cifras con nuestra intención de voto electoral en las encuestas). Pero dejadme que os diga más: el humus es lo que hace que un suelo mantenga lo que se conoce como su “estructura”, es lo que hace que se aglutinen los gránulos minerales, es lo que permite mantener la humedad, posibilita la geminación de las semillas y retiene todos los nutrientes minerales que la planta necesita para vivir...así de importante es el humus. El humus es IMPRESCINDIBLE para que un suelo sea fértil. La presencia del humus, la materia orgánica, es lo que distingue un vergel de un suelo desértico y yermo.
Pues así de imprescindibles somos nosotros, UPyD también en España. Y la demostración, una vez más, en el congreso, de boca de nuestra Insigne Diputada, durante el último debate sobre el estado de la nación.
Tal y como ahora parece
haber descubierto El Mundo, y para vergüenza de nuestros ciudadanos, somos nosotros -este minúsculo partido minoritario- los únicos que nos hemos atrevido a poner el foco sobre el verdadero y más grave problema institucional que ahora mismo asola España: su grave crisis política. Parece mentira que seamos los únicos que alcemos la voz en defensa de la nación Española, como nación aglutinadora y defensora de ciudadanos, no como eco sentimental de no se sabe qué nacionalismo ultramontano. Es triste decirlo, más triste reconocerlo, pero es así. Y por que existimos, es por lo que ahora entra en el discurso de los otros partidos, por que hemos dado verosimilitud, el plantearse cuestiones que, de otro modo, tal vez ni se hubieran planteado aún hoy con la que está cayendo en lo económico. Cuestiones como el despilfarro y duplicidad del gasto administrativo autonómico, la creciente desigualdad de los ciudadanos entre territorios, las reformas pendientes y urgentes de nuestro ordenamiento constitucional, etc. etc.
Parece mentira, cuesta verdaderamente de creer, que hayamos sido el único partido
que haya exigido de viva voz en el Congreso de los diputados que se cumpla la sentencia del Constitucional acerca del recurso de inconstitucionalidad del Estatuto de Cataluña, y que se deroguen todas aquellas leyes catalanas que –ahora ya si- han sido declaradas inconstitucionales y, por lo tanto, son ilegales.
Parece mentira que tengamos que ser nosotros los que tengamos que enriquecer y elevar el tono del discurso político entre los dos partidos mayoritarios, y que sin nuestras cuestiones, el debate sería muy otro.
Si hace dos años nos sentíamos necesarios, ahora ya nos sabemos imprescindibles. El digno humus intelectual y político que el suelo social español necesita para ser fértil y pueda dar sustento a la vida. Y lo estamos notando cada día...
Dejadme por último que escriba una cosa más al respecto: puede que seamos minoritarios, que solo seamos
la voz de ese 1.19% del electorado español, ese imprescindible humus intelectual que enriquece nuestra sociedad, pero no me cabe la menor duda de que somos –igual que el humus- determinantes y decisivos en la vida política española.
Directamente relacionado con estas ideas, nace un mensaje de ánimo a los miles de compañeros que anónimamente trabajan y se desesperan deseando influir ya en la política española. Nuestro trabajo es determinante, nuestra influencia va más allá de lo que nuestra representación o intención de voto electoral puede presagiar. Somos los padres intelectuales de buena parte del discurso de las corrientes no nacionalistas de los dos grandes partidos, y de muchos de los planteamientos reformistas en lo económico y social. Somos ejemplo de rigor y de honestidad política. Y no me estoy refiriendo únicamente al trabajo de Rosa Díez en el Congreso. Cada palabra escrita en nuestro programa, y cada vez que damos testimonio de nuestros ideales de progreso, en la calle, en notas de prensa, en tertulias de radio, en los foros, en los blogs, etc. etc. influimos de manera decisiva en la política de nuestro entorno. No estamos trabajando en balde. Cada vez que uno de nosotros defiende lo que nos une a los españoles, al menos un ciudadano descubre unas ideas frescas que ni el mismo sabía que anidaban en su mente, porque no había nadie para poner voz a sus pensamientos. Si somos ejemplo de democracia y, como me sucedió una vez a mí en una tertulia radiofónica, damos ejemplo a los ciudadanos de diálogo, sin descalificaciones ni apriorismos, estamos ya influyendo directamente en el discurso de los demás partidos políticos.
Es sabido que políticos y tertulianos de todo pelo están copiando descaradamente nuestras propuestas de programa, sin mencionar la fuente claro está. Que nos copien, que copien nuestras ideas, por que nacimos para eso. Esa es la máxima expresión -y la demostración- de lo eficaz de nuestra acción política, en la soledad de las esquinas, de las calles, de los estudios, en la soledad de nuestros escritorios y frente a la incomprensión e incluso el odio de muchos de nuestros conciudadanos, nuestro pensamiento está impregnando pervasivamente todo el orbe social y político español.
Puede que Urkullu nos estuviera insultando (puede que no), pero al hacerlo me he visto en el mismo caso que Dolores Ibarruri, cuando empezaron a llamar a los soldados republicanos “Hijos de Pasionaria” queriendo llamarles a ellos hijos de puta y calificarla a ella misma de ramera. Decia Dolores: “queriendo insultarme me hicieron el más hermoso de los cumplidos”. Urkullu también nos ha hecho un cumplido al dar con la certera palabra que nos define por completo.