Lo único que salva a los europeos, con tal pasado, de andar avergonzados por el mundo; lo único que impide que nos miren por encima del hombro naciones y continentes como los Estados Unidos, China, Rusia, La India, etc. es precisamente el actual estado del bienestar, las garantías sociales que se disfrutan en el seno de la unión europea. Elementos de protección social como la sanidad universal y gratuita, la educación, las garantías judiciales etc. etc. que disfrutamos en Europa, serían la envidia incluso de los norteamericanos, cuyos ciudadanos se jactan de vivir en el mejor país del mundo. Bien es verdad, que los logros son muy desiguales si comparamos los distintos países miembros, y que es preciso asumir la realidad de nuestras circunstancias en España, para fijarse ya como objetivo el alcanzar los niveles de bienestar y protección social que gozan los países fundadores y más prósperos de la U.E.
Gran parte de este bienestar presente es producto de la política europea común, la apertura de fronteras y los fondos de cohesión social habilitados y otras muchas acciones político jurídicas que tienen su origen en la Comisión y el Parlamento Europeos. Pero hasta ahora la Unión Europea es percibida por todos nosotros como un constructo artificial. El único instrumento de cohesión real parece ser hoy el euro, la moneda común. Y el Banco Central Europeo parece ser el órgano con más poder e influencia en el resto de los países miembros.
Circunstancias como la actual crisis económica mundial, o la impotencia y nulo peso de Europa en los asuntos de políticas internacionales, crisis bélicas, humanitarias, etc. ponen de manifiesto que es necesario lograr que el poder real, la inercia integradora la adquiera de una vez por todas la Unión Europea, reforzando para ello sus órganos. No hemos de ver nunca más cómo un problema como fue la guerra de los balcanes, es avivado primero por la inexistencia de una política europea exterior y después es resuelto con la intervención de la OTAN, sin poder nacer nosotros, los inmediatos vecinos e interesados, nada por mor de nuestra débil estructura de poder. Me atrevo a añadir, una guerra como la invasión de Irak no hubiera sido posible de haber existido la cohesión en política exterior que defendemos en UPyD.
Nuestro programa expone la firme y decidida voluntad de no ser, desde España, una fuerza política más, agregada al resto y con intereses localistas. Vamos a provocar, tengamos la representación que tengamos, la misma reacción revitalizadora y vigorizante que estamos teniendo en nuestro parlamento nacional.
Para ello, es preciso lograr que se ratifique el tratado de Lisboa, en todos los estados miembros, como paso inicial para lograr crear toda una serie de estructuras de poder europeo, ciudadano y democrático, que estén por encima de los miopes intereses de los países. Nuesto programa es muy extenso, y no voy a reproducir aquí mas que aquellos aspectos que me parecen más interesantes:
- Propondremos que la Comisión Europea sea un verdadero órgano de Gobierno de la Unión y que asuma la coordinación de las políticas más relevantes y de interés común: Inmigración, Asuntos Exteriores y Representación Diplomática, Defensa.
- Propondremos que, en estos apartados, sea el único órgano legislativo, a nivel europeo.
- Propondremos que se puedan confeccionar y gestionar un verdadero presupuesto, de carácter quinquenal, con independencia real presupuestaria en todos los apartados en los que la U. E. tiene ahora mismo competencias: agricultura, fondos de cohesión, I+D+I, Formación.
- Propondremos que el Banco Central Europeo funcione con más transparencia, con menos consejeros (eliminando la representación de 1 por país), y sobre todo, dotándolo de poder supervisor en todo el ámbito europeo, y no meramente de coordinación, como hasta ahora.
- Propondremos una asunción de competencias en materia de urbanismo, para que la regulación urbanística pueda estar fuera del alcance de intereses locales, evitándose además las burbujas y la especulación, mediante el binomio BCE-Comisión Europea de Urbanismo.
- Propondremos ampliar la zona Erasmus, al bachillerato superior, permitiendo los intercambios en los institutos de secundaria de Europa.
- Proponemos la construcción de una política energética común, tanto interior, como exterior, uniendo toda nuestra masa para resistir los embates de los mercados internacionales e incluso forzar posiciones ventajosas.
Es decir, deseamos que la unión europea sea de verdad algo más que la mera agregación de estados, con acuerdos comunes en comercio y poca cosa más. Obviamente, repito, para poder tener un peso decisorio en esta estructura de la U.E. que preconizamos, es preciso cohesionar y afianzar primera y paralelamente nuestro propio estado. Sin una voz independiente y propia, con la libertad que proporciona ser uno de los países más poblados de la U.E. y con mayor presupuesto global (aunque no per cápita), las directivas que vayan surgiendo en el futuro recogeran únicamente las alegaciones de los actores más poderosos del la U.E., como no puede ser de otra manera. Ahí deberiamos estar nosotros.
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