El pasado 24 de diciembre de 2009 falleció a los noventa y dos años de edad mi abuelo materno Mariano. Casi sin solución de continuidad salta a la palestra nacional los serios avisos de imputación de Jaume Matas en delitos de corrupción, cobro de comisiones, contratación ilegal, etc. etc.
Cosas de la vida, muere un sabio y muere al mismo tiempo una figura pública, ambos íntimamente relacionados en mi memoria emotiva.
A raíz de una visita (una de tantas) del ínclito Matas a nuestra isla, para reunirse con gentes de la tercera edad, repartirles a cada uno una "ensaïmada" y hacerse una foto. Todavía recuerdo el orgullo con el que mi abuelo me enseñó la suya con el entonces "Molt Honorable President Matas", hará no muchos años. Mi abuelo era un labrador, muy católico y de derechas, como muchos de nuestros abuelos en Baleares. Las penurias de la guerra y posguerra, y la dictadura, le amputaron el sentido crítico y la conciencia democrática de raíz. Para el no había nadie más a quien votar que "als nostros".
No había razones, ni siquiera si su nieto era víctima (como tantos otros) del nepotismo y enchufismo de la administración "dels nostros" o si sabia positivamente que "els nostros" metian mano en el saco "dels nostres sous" y de ser nuestros pasaban a ser suyos exclusivamente. Ni que hubieran robado las arcas de hacienda delante de sus propios ojos hubiera doblegado su voto. Todo lo más un poco de indignación leve y pasajera y ya está.
Los analistas de pacotilla que tenemos que aguantar a veces en nuestro espectro mediático se hacen cruces cuando se encuentran con la realidad de que los políticos corruptos, son muchas veces redimidos por sus propios votantes, en toda España (Cataluña, Baleares, Marbella, Sevilla y un largo etcétera de casos que confirman la regla). Con tal permiso tácito, actúan con una especie de patente de corso, en la que se sobreentiende que una vez logrado el cargo público, estás casi obligado a medrar y robar. Ello es así por que venimos de una sociedad en la que antaño los políticos si gozaron de patente de corso, en el sentido real del término. Los vínculos de March o los primeros Matutes con el contrabando son una evidencia histórica.
Todavía recuerdo las razones de mi abuelo, cuando yo le explicaba que ya podían regalarle una ensaimada de las gordas, y le decía que la aprovechara bien pues en realidad la habían pagado con su propio dinero. El siempre me sonreía y me decía:
- ¿Que no saps que deia es blonco Joan?: sa política es un raor de dos talls, i talla sempre cap allí on li convé. Així que ja ho saps. Aixó no canviará. Acto seguido, regalaba la ensaimada al primer nieto que se pusiera a tiro.
Lo que traducido podría significar más o menos:
"Decia mi Tio Juan(1) : la política es un puñal de doble filo y puede cortar siempre del lado que más le conviene. Así que ya lo sabes, esto no cambiará nunca."
Todo eso y más estaba permitido tácitamente en los personajes públicos del tardofranquismo y la transición, pues el recuerdo del Hambre -con mayúsculas- y de las tragedias y asesinatos de la Guerra Civil, había borrado todo sentimiento crítico. Había (hay) también en esa filosofía de concebir lo público una especie de rol asumido de servidumbre. Los ricos y poderosos son los que manejan y dictan las leyes a su antojo.
Si muchos de estos eruditos analistas hubieran pasado las penurias y calamidades que pasaron nuestros abuelos, su analisis se hubieran reducido a decir: partiendo de donde se partía, la cosa no podía ser de otra manera.
Es la alienación, la conciencia de ser infraciudadanos, lo que a estas generaciones les hacía concebir la política como una fuente de amenazas y de arbitrariedades, de las que nadie se podía escapar. Nosotros, por fortuna, hemos sido educados en la igualdad de derechos teórica que propala la Constitución, sin que nos tenga que parecer lógico y evidente que el chupatintas de turno pueda enseñorearse de su puestecito de Concejal, Alcalde, secretario, conseller etc. etc. Y digo teóricamente, por que en nuestro subconsciente colectivo todavía duerme un cacique en ciernes. La expresión de nuestra inmadurez democrática (que es reflejo de otra más profunda de caracter humanístico) no es más que un atrofiado senntido de lo público y un hiperdesarrollado instinto de satisfacción, de necesidad de reconocimiento social y de afán de poder y riqueza.
Cuando saltó a los escenarios políticos, Matas prometía ser el agua limpia que limpiase todo el cieno que había dejado en la vida pública Balear el Cañellismo. Craso error. Matas no es más que otro de la estirpe de contrabandistas prerrepublicanos que medraron desde la Guera Civil hasta la transición, sin solución de continuidad. Su atildada presencia, su pétrea sonrisa no eran más que la máscara para engañar las conciencias, en el fondo tódos asumíamos en la sub-consciencia que había gato encerrado.
Lamentablemente, solo el tiempo y la historia puede enderezar estos hábitos. Lo único que nos diferencia con democracias consolidadas como la Norteamericana o la Inglesa son doscientos años de tradición parlamentaria y constitución.
---------------------------------------------------------------------------------
(1): un Lerrouxista acérrimo, por cierto
Buen artículo!!
ResponderEliminar