Blog personal dedicado al análisis de la política nacional española y la local pitiusa y balear. Este es el blog de un militante de Unión Progreso y Democracia. Español, agnóstico, librepensador, demócrata.

domingo, 31 de enero de 2010

Un prefacio de ficción a un libro inexistente...

Quiero emular al genial, al insigne Stanislaw Lem, quien creó el género literario que hoy vamos a usar en este post: los prefacios apócrifos al libros ficticios que no existen. Pasen y acomódense.

El prefacio que les transcribo es de un libro de historia, publicado en el futuro. El hipotético autor del mismo es... pero lean, lean y averígüenlo.


“En el nombre de Alá, el misericordioso. No hay mas Dios que Allah, y Muhammad es su único profeta. Yo, el Emir Yusuf Alí Al Sabbath, he recibido personalmente el encargo de prologar estas biografía traducida a la lengua Andalusí de la vida y gestas del padre de nuestro Glorioso Monarca  Hassan III. Recojo este mandato con regocijo y devoción, pues no soy digno de tan inmenso honor.

En el nombre de Allah, soy ya muy anciano, pero todavía mantengo vivos en mi memoria los recuerdos de los hechos históricos y las circunstancias que Dios dispuso para la gozosa venida de la nueva héjira y el recobramiento de Al Ándalus para la causa del Islam.

En el nombre de Allah, nadie ignora que yo, en mi juventud, tuve un pasado infiel y pecador. Viví sumido en la oscuridad no ya como cristiano, si no peor aún, como blasfemo ateo. Y sabe Dios que puse todo mi empeño y mi ánimo en expandir la blasfemia, hasta que Allah, en su divina sabiduría decidió iluminar mi camino.

Cuando Al Ándalus era todavía un reino infiel y corrompido por el ateísmo, yo quise ser gobernante de ese impío país. No hacia más que revolcarme en las heces de mi propio pecado de ateísmo. Con mis secuaces, orquestamos una campaña en eso que se conocía como “democracia”. Que alá confine en los infiernos a quienes parieron tan impío sistema, que abomina de la Sharia, que predica la igualdad de las mujeres, que niega la justicia divina y la fe del Islam.

Pero yo era uno de ellos en aquel entonces. Quiero recordar que en esas fechas, los gobernantes eran elegidos por los hombres (¡y las mujeres!) en sufragio. ¿Qué otra cosa no puede surgir del empeño humano cuando se amordaza la voz de Ala? Corrupción, robos, crímenes por doquier era lo que imperaba en nuestra tierra. Y yo quería ser el Sheik de todo ese pecado y perversión. Dado que dependía del voto de la embotada muchedumbre, no me quedaba más remedio que ser más impío que ellos. Prometí autenticas aberraciones, y sobre todo quise que las mujeres ocuparan el puesto de los hombres. Tal era mi perversión y pecado en aquel entonces.

Pero no nos iba muy bien. El infiel que rivalizaba por ocupar el poder iba por delante de nosotros y no hubiéramos podido jamás ocupar su puesto, de no ser por la intervención de Allah, el misericordioso.

No soy más que un instrumento en las manos de Dios. Allah en su infinito poder y misericordia envió a unos mártires a inmolarse, el 20 de Muharram de 1425, con los qué provocó gran muerte en la Capital Infiel, cuatro días antes de las elecciones. Yo no lo sabía entonces, pero aquello era el primer hito para mi conversión. Ahora reniego de la persecución que hubo, a los pocos héroes que quedaron vivos. Dios sabe que mi ignorancia en aquellos momentos era grande.

En el nombre de Allah, gracias a aquellos mártires conseguí el gobierno de Al Ándalus. Impresionado por el valor y determinación de los muhaidines mártires, quise aproximarme al Islam. Y por ello inicié el acercamiento a las naciones más civilizadas, al mundo Musulmán. Lo que vino después no eran más que los hitos precisos que Dios había determinado para su perfecto orden. Reconozco que no estaba preparado para la complejidad del gobierno. Téngase en cuenta que Al Ándalus es en aquel entonces un país infiel, en donde regía la obscena ‘democracia’ y en donde se daban la usura y el pecado por doquier. Era tal nuestro pecado que incluso combatimos en Irak mano a mano con los demonios americanos

Allah sabe que yo solo quería la paz y el bien mundial. ¿Que tendría que ver el dinero y las fábricas, la industria y la energía con la paz y el bien? A pesar de mi blasfemia, dí los primeros pasos para engrandecer la fe del Islam. Nada más gobernar, retiré a nuestros soldados de Irak, (pero no a los que luchaban en las tierras de los Afghani, que Allah sepa perdonarme por ello). Prohibí el tabaco, perseguí a los que clamaban en contra mio. Permití las manifestaciones de nuestra cultura. Y ya en mi gobierno más de un millón de musulmanes se afincaron en Al Ándalus. Sin yo saberlo, Dios se sirvió de mí para hacer más grande su imperio. Son totalmente falsas las insidias que dicen de mi que permití el matrimonio entre hombres, o que llegué a perseguir y encarcelar a quienes simplemente pegaban a sus esposas. Faltan a la verdad, que Allah me arrebate la vida si miento.

Dios envió en mi ayuda a mi loado Barack Hussein Obama, (a quien Allah acoja en su seno, tras su desgraciado asesinato). Con el me reafirmé (de manera inconsciente) en mi determinación de Paz y Bien para todo el mundo. Entonces, de repente, toda la mentira y la usura de los cristianos infieles conspiraron para sumir en la miseria a Al Ándalus. Hubo millones de gentes sin trabajo. Yo ya lo había advertido. Habrá quienes ahora dirán mentiras e injurias de mi labor. Pero yo no tuve nada que ver. Jamás prometí trabajo y riqueza eternas, pues todos sabemos que eso depende únicamente de la voluntad de Dios.

En el nombre de Alláh, quiero recordar cuan próximo estaba el desenlace de nuestra gloriosa héjira. Entre mis corruptos aliados había una provincia, la infiel Catalonia, que se sublevó. Yo jamás prometí aquello que me reclamaron. Y pongo a Dios por testigo. Todavía circulan clandestinamente videos y escritos conteniendo mentiras y falsedades. Jamás dije que firmaría todo lo que los infieles catalanes pusieran por escrito, pues no hay más juez que Dios.

Hubo un momento en que los infieles occidentales nos expulsaron de su infecta alianza. Nos arrebataron la moneda común y nos cargaron injustamente de deudas infinitas. Al Ándalus se hallaba ante una terrible encrucijada, la miseria nos acechaba. Por culpa de la usura occidental y los infieles, más de la mitad de los hombres se quedó sin trabajo. En ese momento Catalonia y los bárbaros del norte se sublevaron militarmente y renegaron de mí, se declararon libres. Yo mandé al ejercito en su contra, pero sin lograr reducirles.

Fué entonces cuando el padre de nuestro monarca, Hassan II quiso acudir en auxilio del Ándalus, e inició una nueva marcha verde, para recobrar a la fe todo el territorio que se pudiera. Tengo que confesar que, dada mi ignorancia e impiedad, viví esos días con consternación, tenía mis ejércitos en dos frentes, el de los sediciosos catalanes y el que combatía a los hijos de dios. Pero Alláh me mandó de nuevo un mensaje: mis soldados se abrazaban y marchaban al lado de los súbditos de Hassan. No podia ser de otro modo, pues eran hermanos.

En el día lunes 29 de Safar del áño 1433 de la héjira, se recobraron Ceuta y Melilla para el Reino Alauita. Pocas semanas después, la revuelta de los hermanos musulmanes y la nula acción de mi ejercito, hicieron posible mi captura en al Madrisi el viernes (como no, dia sagrado) 4 de Dhul-Hijjah de ese mismo año. Los meses que pasé cautivo y la lectura obligatoria del sagrado Al Quram hicieron mella en mi, caí en la cuenta de mi error y de cuan necio había sido. Pronto, abracé el Islam y me convertí en su más sincero y firme defensor. En cuanto pude, renegué de mi esposa y de mis dos hijas, a quienes vendí como siervas, para posteriormente tomar unas nuevas y perfectas esposas musulmanas.

Quise remediar todo el mal hecho en mi anterior gobierno y  le propuse a mi nuevo monarca Hassan II, que tuviera en su infinita sabiduría, clemencia para darme de nuevo la administración del Ándalus.

Hassan II, en su infinita sabiduría y gracia, dignas solo de un descendiente de Mahoma, me concedió ese privilegio. El resto es ya sabido por todos. Devolví a las mujeres a su sagrada labor al lado del hombre, abolí la libertad de culto e impuse el Islam, perseguí y di muerte a los infieles en número incontable, abolí la infecta democracia y me vi obligado a cortar cabezas, manos y lenguas de todos aquellos que osaron insultarme o insultar a nuestro monarca o nuestra fe. Cerré las escuelas infieles, que convertí en cuadras de camellos, en secaderos de kif o en cualquier cosa útil, y abrí un gran número de madrassas en donde hoy nuestros nietos memorizan con ahínco el sagrado Al Quram.

Doy gracias a Allah cada día del resto de mi vida por haber enviado al bendito Hassan II para alumbrar mi senda en la vida. Fue el quien me permitió completar y perfeccionar su misión en el mundo. Y pienso que cumplí con empeño su encargo. Yo mismo completé la re-islamización del Ándalus en pocas décadas. A esa tarea me encomendé por completo.

Hoy la frontera del Islam está de nuevo en los Pirineos, en donde un abominable régimen ‘democratico’ nos barra el paso con su ateísmo y con sus ejércitos de impíos asesinos. ¿Qué otra cosa se puede esperar de un pueblo que hace casi trescientos años abrazó el ateísmo y decapitó a sus monarcas, o que cuarenta  años atrás, prohibió el chaddor? Su impiedad y ateísmo únicamente les sirven para atesorar riquezas, carreteras, hospitales, aeropuertos, factorías, ejércitos de médicos y profesores, escuelas inmundas por doquier. Una opulencia obesa que les lleva a la muerte. La miseria y escasez que todavía hoy padecemos en al Ándalus son culpa suya, pues su impiedad y blasfemia les permite robarnos sin piedad todas las riquezas que, sin duda, nos pertenecen. Pero nuestra pobreza material queda en demasía compensada con la infinita riqueza de nuestra fe en Allah.

En el nombre de Allah, hoy, tras la desdichada muerte de nuestro monarca, y tras la gozosa coronación de su Hijo Hassan III, digno sucesor de su padre, veo mis días tocando a su fin. Escribo este prólogo a la vida y milagros de Hassan II, para dar testimonio de mi fe y de mi conversión. Todos somos instrumentos de Diós.  Ahora consumo mis días finales rezando y meditando el sagrado Al Quram, en la espera de poder expiar los pecados cometidos en mi vida de infiel ateo. Que Alláh me acoja en su seno y me permita reunirme con mi rey Hassan II en el paraiso.

A todos los que leáis este libro os digo, encontrareis el desarrollo pormenorizado y fehaciente de esta breve historia que os he glosado más arriba,  y en la cual yo soy un mero actor más. He querido dar, con estas palabras introductorias, una pincelada personal de cuales han sido las consecuencias de la historia en lo más profundo e íntimo del alma de éste que os habla, testigo a la vez que actor de los hechos de nuestra historia. La crónica está perfectamente narrada y contiene toda la verdad de los hechos históricos, ocurridos a mayor gloria de Allah. Así pues, os recomiendo que leáis y bebáis directamente de las fuentes de la historia, de quienes la protagonizaron, fueron sometidos a ella o quienes la dictaron. 


Allah sabe que solo soy esclavo de la verdad y así he procurado reflejarlo en cuantas partes de este libro se me ha reclamado, con mi testimonio y crónicas en tanto que Emir y vasallo de Hassan II y de Allah.


En Córdoba, capital del Ándalus a 21 de Rabi`Al-Akhar  del año de 1461 de la gloriosa Héjira.


Yusuf Alí Al Sabbath  Emir de Al Ándalus por la gracia de Dios y Hassan II

(Fui llamado también José Luis Rodriguez Zapatero, antes de mi conversión al Islam, para que conste a todos los que quieran conocer nuestra verdadera historia)

2 comentarios:

  1. Extraordinario relato amigo Pepe...¿Pero que fué del Caid Rubahl Cabahs y de la fidelísima Mariah Delaveghas del Guadalquivir?...¿La lapidaron?...Con lo que se gastaba en trajes se hubieran podido construir cincuenta mezquitas de Alá...

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  2. He viajado en el futuro para encontrarme con Al Sabbath y preguntarle. Esto es lo que me ha dicho:

    "El pérfido Rubal Cabash, huyó del país nada más iniciarse la revuelta de las Catalonias, me dejó una nota escrita: 'ahí te quedas gilipollas, te lo avisé'. El muy ladrón se llevó todo el oro que pudo del Banco y mi pluma Mont Blanc Ignoramos donde se encuentra a fecha de hoy. Que se pudra en la letrina del demonio."

    "En cuanto a las mujeres, que otrora encumbré como ministras, pronto enmedé mi error. Las mandé a prisión, y como gesto de clemencia, las hice limpiadoras de mi guardia personal. De día limpiaban las letrinas y hacían las camas, y de noche daban consuelo a los soldados. Hubo una, la más guapita, que se hizo famosa por su empeño. Pero con de la Vegash tuve un pequeño problema. La primera noche, nada más dársela a la tropa para su desfogue, al encender la luz y ver aquello, tuve un conato de motín por los muyahidines. Tuvimos que darle muerte lo más rápido posible, por que su lengua viperina no paraba de lanzar improperios. Ignoro los detalles"

    "Todo esto y más está contenido en el libro, que te recomiendo compres, oh hermano en la fe de Allah."

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