Transcribo aquí una reciente respuesta a un comentario de mi post titulado "Reinserción: no sin mi consentimiento", del pasado 14 de abril, que por limitaciones de espacio de Blogger, no puedo publicar al pie del artículo.
Primero, el comentario de un lector.
Estimado Pepe: La Constitución tiene sus "carencias", cosa que ha posibilitado que la gran mayoría de los españoles se sientan cómodos con ella durante tanto tiempo. De hecho, es la única que nos ha proporcionado 30 años de libertad y progreso.
Respecto a la reinserción, ni se puede imponer, ni tampoco ignorar. Si creo en la condena a perpetuidad para aquellos que, tras una larga condena, demuestren su incapacidad para vivir en libertad. La sociedad tiene derecho a protegerse de tales individuos. Para más información www.adolfosuarezillana.com
Un muy cordial saludo de un militante del PP, español, católico y demócrata.
Y aquí mi respuesta:
Estimado amigo, agradezco sinceramente el tiempo tomado por Vd. en leer esta gacetilla. No pretendo sentar cátedra puesto que no tengo la talla moral ni intelectual para ello. Puedo estar equivocado. Pero como ciudadano español, no quiero desperdiciar mi derecho a opinar, y con el mayor respeto democrático hacia mis conciudadanos, verter mis inquietudes políticas.
Cierto es que la actual Democracia Española, es el periodo de mayor prosperidad que ha conocido esta nación jamás. No menos cierto que ello, fundamentalmente, fue gracias al empeño de dos personas que tuvieron en sus manos el poder y lo administraron sabiamente: S.M. Don Juancarlos, y D. Adolfo Suarez, primer presidente democrático tras Franco y arquitecto de la transición Española. Pero creo que esto es, en demasía, bien conocido por Vd.
Ello no empece para que todos los ciudadanos de bien anhelemos el progreso. Yo me tengo por tal (mis vecinos juzgarán) y deseo que mi país y mis conciudadanos mantengan o mejoren su actual estatus. Y si digo esto es por que considero (al igual que muchos otros) que la Constitución Española -plano maestro del modelo de convivencia que nos propusimos obtener todos los españoles- en su cuasi-perfección, adolece de ciertos defectos que ponen en peligro precisamente la consecución de sus objetivos primeros: la igualdad, la justicia universal, el bienestar y la felicidad de todos los Españoles. Y permítaseme un símil para explicar mi percepción de la misma:
En todo ensayo de carga de materiales, se somete el objeto a presión creciente, hasta su colapso, el punto de presión inmediatamente previo a esa rotura se llama "tensión límite". El hecho de que hayamos podido disfrutar de treinta años de convivencia democrática sin enmendar la Constitución, evidencia la extraordinaria fortaleza de la misma, mas, al igual que los materiales sometidos a presión, ésta tiene unos límites, traspasados los cuales deviene el colapso.
¿Estamos cerca de los estados límite de esta Constitución? En mi humilde opinión si, la devaluación de la identidad nacional es más evidente hoy que cuando fue nuestra constitución aprobada, las inercias antidemocráticas de nuestro sistema parlamentario así como la politización -corrijo con un neologismo, "partidización"- de todos los estamentos sociales no hacen si no acentuar la división y el disenso. En apoyo de mis cavilaciones ha llegado esta crisis económica, que pone en evidencia de manera ejemplar la fragilidad de nuestro sistema social y político.
Sin extenderme demasiado, existen ciertas debilidades innatas en nuestra constitución, improntas tal vez coyunturales, tal vez imprevistas en sus desarrollos, que deben ser corregidas de inmediato so pena de colapsar nuestra sociedad y regresar de golpe a la agitación de la segunda república:
- El cierre en falso del modelo territorial, que no carece de limitación alguna, y que está poniendo en riesgo -gracias a la pequeñez de miras de los políticos autonómicos- la unidad nacional española, alimentando el rencor, la envidia y la desigualdad entre las regiones de nuestro país. Derivada de esta grieta han surgido la mala calidad de nuestra enseñanza, la ineficacia y torpeza de nuestra justicia, la desigualdad entre sistemas sanitarios y la desigualdad financiera y fiscal, cada vez mas acusadas merced a los nuevos estatutos aprobados, en realidad, reformas constitucionales impropias, disfrazadas de leyes orgánicas.
- El poco adecuado régimen electoral vigente que impide una pluralidad adecuada. Muchos opinarán que un bipartidismo fuerte, producto del actual sistema electoral es deseable. Sería así si de verdad se tratara de un bipartidismo, más es un bipartidismo apuntalado con las cuñas independentistas, fomentando de nuevo la desigualdad y la fractura. El actual Régimen Electoral español otorga peso político desproporcionado a fuerzas de ámbito regional, como consecuencia, el Congreso de los Diputados se ha convertido impropiamente en una cámara de representación territorial “a medias”, pues las fuerzas políticas nacionalistas, contando con un peso parlamentario mucho mayor que otras opciones de igual o mayor calado en la sociedad española, transforman todo debate o iniciativa legislativa nacional en un trueque a favor de políticas territoriales particulares. Se toman decisiones en el congreso de los diputados, y por parte del gobierno que siempre puede pecar de obrar coyunturalmente, que atañen a los territorios, favoreciendo más a unos y/o en detrimento de otros, sin recurso posible para las regiones que se consideren perjudicadas
- La falaz separación de poderes, que permite una justicia intervenida y tutelada, con inconfesables derivaciones clientelares. Como consecuencia, la ineficacia, lentitud y colapso de nuestro actual sistema judicial.
Por último, como expresión misma del divorcio de la clase política y judicial con la sociedad tenemos el caso de la disciplina penitenciaria y su aplicación actual, en lo que creo estamos de acuerdo al decir que la administración indiscriminada de beneficios penales, ofende y denigra a las víctimas y debilita a la sociedad en su conjunto. Una enmienda como la que propongo no sería necesaria si nuestros políticos y jueces tuvieran las cosas claras y fueran próximos al ciudadano. No puede ser que sistemáticamente se hayan ignorado en el Parlamento iniciativas populares (mejor o peor conducidas, pero inequívocas en sus planteamientos y objetivos) exigiendo el cumplimiento íntegro de las penas y la cadena perpetua. Como ya dejo claro, la mala aplicación de la reinserción en los jóvenes es tan grave como la aplicación gratuita a quienes no lo merecen y de quienes los Españoles esperamos que terminen sus dias en prisión.
Es posible que, con buena voluntad, generosidad y vocación por el servicio común, no hiciera falta jamás enmendar la Constitución. El único error de los Padres de la Constitución Española fue, tal vez, el de pensar que los políticos que les iban a suceder serían de la misma talla que lo fueron ellos.
La fina línea entre la solidaridad y la antipolítica
Hace 7 horas
Cuando estés al pie del cañón cámbieme la url de Mariano Digital
ResponderEliminarDonde dice marianodital.es lo puedes sustituir por
http://marianodigital.blogspot.com
Gracias.
Magnífico trabajo...., voy a vistitarte cuenta con mi voto, pasa por mi blog, saludos.
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